MÓDULO 1 GRATIS – Curso Sana Tus Heridas Emocionales
Acerca de las clases

Las heridas emocionales infantiles están conectadas a la baja autoestima y a la dependencia emocional, generándonos inseguridad en las relaciones que establecemos.

Nos hacen desarrollar falsas creencias limitantes (inconscientes) sobre nosotros mismos, el mundo y los otros. Algunas de ellas tienen que ver con que no merecemos amor, somos malos, no somos suficientes, el mundo es injusto o peligroso, que no tenemos control, o no podemos confiar en los demás. Sumando a lo anterior, desde las creencias limitantes aprendemos a usar las máscaras o defensas.

Por ejemplo, si pienso que no merezco amor, utilizaré la máscara de la dependencia; si pienso que no valgo y soy fácilmente rechazable, utilizaré la máscara del huidizo; si siento que soy una vergüenza, utilizaré la máscara del masoquista machándome internamente. Verás más en profundidad sobre las máscaras en cada uno de los casos clínicos que he llevado en los módulos de heridas emocionales.

Las heridas emocionales nos desconectan de nuestra habilidad natural para escuchar y sentir las emociones. Recuerda que cuando sufrimos un trauma, aprendemos a desconectarnos de esas emociones dolorosas y aplicamos la misma estrategia para el resto de las emociones que surgen en nuestra vida adulta. Así que nuestra brújula emocional queda averiada, y, por tanto, nuestras necesidades, que están detrás de estas emociones, pasan a un segundo plano. Por ejemplo, podría costarme mucho conectar con el enfado y la necesidad subyacente de poner límites cuando alguien invade mi espacio.

Las heridas emocionales tienen que ver con los estilos de apego inseguros ansioso-ambivalente, evitativo y desorganizado. Voy a comentarte muy resumidamente algunas nociones básicas del apego inseguro, ya que ya sabes lo que es un apego seguro. Ten en cuenta que no van a ser sustitutivas de terapia psicológica u otros cursos de apego que hagas en profundidad. Los tipos de apego inseguro son:

  • El apego ansioso o ambivalente se caracteriza por un sistema nervioso alterado en el que no hay seguridad. Viene de padres que no han estado disponibles para nosotros todo el tiempo que necesitábamos, o, todo lo contrario, padres muy sobreprotectores. Por tanto, necesitamos constantemente la reafirmación de que el otro está ahí y no va a abandonarnos, rechazarnos, o dejarnos de querer. Tiene que ver con el control del otro, lo que hace, piensa y siente. Se da más en mujeres.

  • El apego evitativo se caracteriza por tener mucho miedo a ser invadido y dañado emocionalmente por el otro. Viene de padres que han rechazado nuestras emociones o, todo lo contrario, que han sobrepasado nuestros límites y nos han invadido emocionalmente (chillidos, gritos, ver que mamá lloraba todo el tiempo, etcétera). El niño que será un futuro adulto necesitará “apagarse” y desconectarse de lo que siente; ya que, sentir emoción le recordará, o bien al rechazo de sus padres, o a la invasión de los mismos. Son personas que temen el compromiso, esconden sus necesidades, se sienten rechazados por los demás antes de tiempo, huyen del conflicto, juegan a la ambivalencia, etc. Se da más en hombres.

  • El apego desorganizado se caracteriza por ser una mezcla de los anteriores, pero de forma extrema. Las personas con este apego tienen un terror muy grande a ser invadidos emocionalmente y rechazados, pero, por otro lado, necesitan literalmente al otro para sobrevivir. En este apego se alternan sentimientos muy opuestos y contradictorios que tienen que ver con la idealización y el odio. Por ejemplo, un día puedo ver a mi pareja como la mejor persona del mundo, y a las horas siguientes odiarle. Es propio de etiquetas que seguro que te suenan como el trastorno límite de la personalidad (TLP). Tiene mucho que ver con el trauma complejo, el maltrato, el abuso sexual y la negligencia parental media-grave.

Las heridas emocionales y los estilos de apego se engloban bajo esquemas cognitivos-emocionales o modelos operativos internos de trabajo (MOI), que seguro que ya recuerdas. Estos esquemas se dan cuando somos adultos y nos sirven de referencia en nuestras relaciones con los otros (ya sean amigos, parejas o hijos) y el mundo. A medida que vayas realizando los módulos de heridas emocionales irás viendo estos esquemas y entendiendo más sobre ellos, no te agobies. Yo voy a resumirte tres principales que para mí son claves:

  • Sensibilidad a la estima. El mundo, los otros y la relación conmigo mismo se basa en los logros que puedo conseguir o los logros que no he tenido nunca. También tiene que ver con lo pienso sobre mí mismo, o me valoro en exceso o no me valoro nada. O soy excesivamente crítico y tajante con el otro o le consiento demasiado. En este esquema sobre todo hay vergüenza, rabia y miedo. Suelen ser adultos y padres que ponen el foco en los logros de sus hijos o les consienten demasiado.

  • Sensibilidad a la seguridad. El mundo, los otros y la relación conmigo mismo se basa en la cercanía o distancia que siento respecto de mis emociones. O invado al otro con lo que siento o me desconecto de él. En este esquema sobre todo hay miedo, rabia y lucha por no sentirme controlado, o lucha, miedo y rabia para controlar al otro. Suelen ser adultos y padres que se agobian con las emociones de sus hijos y se distancian o padres que se fusionan con las emociones de sus hijos ni ser capaces de regularlas (se estresan tanto como ellos).

  • Sensibilidad a la separación. El mundo, los otros y la relación conmigo mismo se basa en la fusión con el otro o con su cuidado. Me da terror separarme del otro porque sin él no soy nada o el otro no es nada sin mí. En este esquema sobre todo hay miedo, tristeza y culpa (ya que, dejar de cuidar al otro cuando me necesita es algo muy difícil cuando me han educado para ello). Suelen ser padres que hiperprotegen a los hijos dejándoles poco espacio a la autonomía o que les dan un exceso de autonomía colocado en el cuidado de ellos mismos (hay una inversión de roles en la que los hijos son los padres y cuidadores de los padres).

Las heridas emocionales pueden reactivarse, y por tanto agrandarse ante diferentes disparadores como:

  • Las relaciones de pareja

  • Los jefes y compañeros de trabajo

  • El nacimiento de los hijos

  • Los cambios (domicilio, país, vejez, dejar de trabajar, etcétera)

  • Períodos intensos de soledad y aislamiento (vacaciones, pandemias…)

  • Períodos largos de separación, muertes y pérdidas

Como has leído, cualquier suceso reactivará la herida emocional no sanada. Salvo que comprenda mi pasado, mi infancia y mi historia.

Ahora sí, ¿estás preparada para analizar y comenzar a sanar tus heridas emocionales infantiles?

Te planteo algunas cuestiones para que puedas empezar a detectar, de forma muy superficial, si posees alguna de las nueve heridas infantiles de las que voy a hablarte más adelante, módulo por módulo

¿Te sientes frágil? ¿Qué no te quieres a ti misma? ¿Qué lo das todo por los demás, pero te cuesta pensar en ti? ¿Te cuesta gestionar tus emociones? ¿Tienes recuerdos del pasado dolorosos que prefieres no mirar? ¿Te da miedo querer a alguien? ¿Te da miedo que te dejen de querer? ¿Te da miedo perder al otro? ¿Te da vergüenza exponerte a los demás? ¿Tienes miedo a que te rechacen? ¿Sientes rabia todo el tiempo hacia el mundo que te rodea como si no encajases? ¿Sientes que no puedes fiarte de casi nadie? ¿Tienes miedo a que te decepcionen? ¿Tienes miedo a fracasar en el trabajo o en los estudios? ¿No puedes dejar de ocuparte y ayudar a los demás porque no hacerlo te genera culpa? ¿Tienes un miedo constante a perder dinero o por el contrario ansías cada vez más y más? ¿Te preocupa en exceso tener cosas materiales, lujo, etcétera? ¿No puedes quitarte de la cabeza las injusticias en cuanto a raza, pobreza o desigualdad de género? ¿Te sientes perdida, desconectada de ti, apática y sin energía…?


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